Francisco Antonio Jerez Mena; ¡El mayor legado que me dejó mi padre, fue su ejemplo!

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Por: Heber Reyes

La entrevista fue agendada para las 11:00 de la mañana del viernes 27 de octubre del año 2020. Cuando al acercarse ese momento, hice entrada al edificio de la Suprema Corte de Justicia, de inmediato se me recibió en la recepción del recinto, y en donde pidió dejar una identificación para darme el acceso y decirle que me dirigía al Despacho del magistrado Francisco Antonio Jerez Mena (Francis), de quien a partir de este instante les comparto una de las entrevistas más exquisitas y emotiva que he realizado a uno de los cotuisanos más honorables que conozco y de quien me honra con su amistad.

Yo soy así de claro! -Por Heber Reyes- DiarioLider.net

El escenario en el Despacho del magistrado Jerez estaba preparado, llegar hasta allá y ser recibido por una de sus secretarias asistentes fue agradable, porque desde que la joven me preguntó mi nombre, me dijo: Espere un momento para avisarle al magistrado. Él lo estaba esperando”.

Que pase, me externó la secretaria, y al tiempo me abrió la puerta. Con su rostro de hombre de paz y voz pausada, se acercó Francis a mí. Un gran abrazo me confirmó su esencia de hombre noble y del ser humano que es.

¿Cómo estás? Me dijo. ¡Bienvenido, Heber!

¡Muchas gracias, magistrado! Exclamé. Sutilmente, miraba cada aspecto de su Despacho, porque la paz y la tranquilidad que se respira en esas cuatro paredes, ¡es algo indescriptible!

Así mismo, cada palabra dicha por el magistrado Jerez, me confirmaban lo que yo estaba percibiendo desde el mismo momento en que pisé su Despacho.

De inmediato, me dijo, ¿dónde quiere que nos sentemos? Miré por todos lados, y le dije, aquí está bien. Dos sillas que miraban de frente, fueron el soporte para iniciar la entrevista y ver por mis propios ojos, a un juez sacar su pañuelo para secar sus lágrimas.

Le dije, magistrado, en esta entrevista quiero que destaquemos los aspectos más relevantes de su vida, o sea; su parte más humana, su amor y sus sentimientos, su familia, su pueblo, y por supuesto, un poco de su vida laboral, etc.

¿Comenzamos? ¡Claro, me dijo!

Algunas personas cercanas a usted le conocemos, sin embargo, otros simplemente conocen al abogado, al juez o a Francis, un hijo de nuestro pueblo. También, otros le conocen por su legado humano, por ser, ese hombre íntegro en nuestra sociedad y en todo el país.

¿Quién es Francis Jerez?

Suspiró profundo, y me respondió: ¡Gracias, Heber, por darme esta oportunidad! Por este honor inmerecido, quizás. Pero, como tú dices, al ser hijo de ese querido pueblo nuestro, Cotuí, que me ha dado tanto. Yo, le debo más que lo que él me ha dado. ¡Yo tengo una deuda de gratitud eterna con toda la población cotuisana Sánchez Ramirenses!

Vengo de la familia Jerez Mena, conformada por mis padres: “Juan Ramón Jerez y Plácida Mena y mis hermanos, Julio Alberto, Yeda Dominga (Kika), Gloria Ivelisse y Haidee Mercedes”, y yo que soy el mayor en mi familia”.

Actualmente figuro al morir mi padre y seguir con su legado de recibir la antorcha de él y las responsabilidades de padre, que mis hermanos son como mis hijos, y mi mamá es, mi compañera para ver cómo llevamos a flote esta familia.

¿Cuándo nace Francisco Antonio Jerez Mena?

Nací el día 4 de octubre del año 1965. Ya, cuando estábamos en los extractores contra la acción bélica que tuvo la República Dominicana con la invasión norteamericana. Recuerdo una anécdota de eso, en donde mi padre no pudo verme nacer, porque, mi papá era militar en ese entonces.

Mi papá, no tuvo un rango alto, solo llegó al rango de Cabo, porque tuvo que salir de la guardia por cuestiones de salud, y lo pensionaron. En ese entonces, él me contaba, que cuando estaban en esos servicios en esa cuestión de la guerra, tomó un fusil y le dijo a la persona de mayor rango que estaba ahí, ¡el que se pare en esa puerta y me intente detener, iba a tener problemas serios con él! Porque, yo voy a ver a mi hijo que nació, y ese hijo, fue el primero de mi familia, que soy yo. Por eso, mi papá me declaró un día 25 de octubre, pero en realidad, yo nací un día 4 de octubre.

Aquí, hice un aparte y le di un giro a la entrevista, ya que tenía pensado abordar el tema de su padre para el final, pero, al ver a este hombre de tantos sentimientos recordar a su padre con tanto orgullo, tuve la osadía de cambiar el guión, y le dije: Magistrado, lo estoy escuchando hablar de su padre y noto que su rostro le cambia, sé que su padre falleció hace aproximadamente un año, ¿hay algo que usted recuerde que lo haya marcado de su padre a parte de esa anécdota que usted me acaba de contar? Porque, a mí, ya usted me tocó con este breve recuerdo, por el riesgo que su padre tomó en ese momento de querer ver a su primer hijo.

¿Qué legado recuerda de su padre?

Me dijo: ¡El mayor legado que me dejó mi padre, fue su ejemplo!

De inmediato el silencio se apoderó de su Despacho, entre sollozo y con lágrimas en sus ojos, pasaban un sin número de pensamientos por su memoria, recordando a su héroe eterno y sin encontrar qué decir de su inolvidable padre. Ya que, como un hijo agradecido, sumergido en un mundo de tristeza, no se contuvo hasta sacar su pañuelo para secar sus lágrimas que reflejaban su pena y dolor profundo.

Yo, por dentro pensaba: “No es nada fácil hacerle una entrevista a un amigo y verlo llorar, cuando éste trata de reponerse al llanto que le invadía en ese momento, porque, fue tanta la nostalgia que sentí, que yo tuve que sacar mi pañuelo para secar mis lágrimas que no esperaba derramar.

De nuevo, Francis, logró reponerse y continuar conmigo e ir respondiendo cada pregunta que le iba formulando. Me dijo: dos años se cumplen el 30 de diciembre y mi padre vive en mi corazón todo el día. Inclusive, yo tengo la foto de él en la terraza de mi casa, para cuando esté descansando los sábados y los domingos, poderlo ver.

Ahora bien, el ejemplo que dejó mi padre en mi familia, fue un ejemplo de trabajo. Un hombre que vino de la nada de Rancho Abajo, donde hoy está la Presa de Hatillo. ¡Vino de la pobreza extrema! Ver sus padres, que fueron mis abuelos paternos y que no los pude lamentablemente conocer. ¡Ellos, morir, jóvenes! Y él, (mi padre), tener que asumir una vida de hermanos, siendo agricultor, ¡agricultor de cosas mejores! Y de ahí, es que él decide ingresar al Ejército Nacional para buscar el sustento de sus hermanos, su familia y él propio.

Luego, es cuando mi padre se casa con mi madre, en un momento cuando se decía: ¡Y con qué fuerza se casa un guardia! Y sin embargo, con su esfuerzo, con su trabajo, su dedicación, su entrega, su organización, su honestidad, su capacidad de ahorros y de organizar a su familia, logró hacernos a los cinco hermanos profesionales.

Después, mi papá consiguió un trabajo más o menos aceptable en la “Rosario Dominicana”, gracias a un hombre que hay en Cotuí, y que yo estaré agradecido de él eternamente. Ese hombre es, ¡Mon Pérez!

Cuando lo veo me inclino hacia él, y de él, estaré agradecido toda mi vida.

En ese tiempo, él fue senador en los años setenta, y Mon Pérez, fue el que le consiguió ese trabajito a mi papá en la Rosario Dominicana. Y yo, tengo una gratitud eterna, ¡porque el hombre tiene que ser agradecido!

De ahí, es que mejora la situación nuestra, y de ahí, es que mi padre compra una casita, que nosotros le llamábamos “la casita azul”. Que estaba ubicada detrás del supermercado Tony. Y esa fue la primera casita que mi papá compró. Era una casita pequeña para nosotros, pero, lo más importante era que teníamos amor, y se respiraba una tranquilidad, porque éramos felices.

De momento interrumpí al magistrado Jerez, y le dije: Papá no está, pero está mamá, ¿qué decir de mamá? 

Respondió: Mi mamá, yo digo que es una Santa aquí en la tierra. Mi mamá es mi razón de existir, mi mamá es mi confidente, es la que maneja mis cosas. ¡Mi madre lo es todo! ¡Yo no fuera lo que soy sin el apoyo de mi mamá!

Al hablar de su madre, sus ojos brillaban y sus lágrimas corrían por su rostro, y su voz entrecortada expresaban el amor profundo y abnegado de un hijo hacia su madre. Por momentos, Francis Jerez, suspiraba queriendo decir tanto de su ser más amado, pero, su emoción no le permitía descargar más palabras.

Para continuar con el desarrollo de la entrevista, tuve que abordarle el tema de su matrimonio, ya que él, estaba muy conmovido y sus pausas entre una y otras palabras, lo hacían sacar su pañuelo para secar sus lágrimas y se detenía por algunos momentos.

Le pregunté: ¿Como ha sido el matrimonio para usted?

Respondió: Yo, me casé con la novia de mi juventud y la sigo amando hasta hoy. Todavía la tengo atada a mi corazón y estaremos atados hasta que toquemos la tumba, porque algún día ese será el destino final de los hombres y de las mujeres.

Me casé con ella, con Juana Claribel Castillo Rivas, ¡una mujer extraordinaria, llena de valores morales y de una formación muy robusta! Hija de doña Zulima Rivas y de José Castillo. “Una familia que todo nuestro pueblo conoce”.

Claribel, ha sido para mí, mi gran compañera y mi soporte. Si yo pudiera casarme de nuevo, me casaría de nuevo con mi esposa, porque ella ha sido la columna de lo que soy. Me ha ayudado a levantarme cuando poco piso, porque a veces la gente no se da cuenta del drama humano que se vive en estos tipos de cargos y que uno de manera silenciosa lo sufre. Y a veces, uno no lo quiere comentar ni con su propia familia, porque, hay secretos que la ley impone, que usted no puede contarlo, ni siquiera con su almohada. Pero; Claribel, me levanta, me ayuda, me estimula y gracias a su vientre, que es un vientre de flor, de ahí nacieron mis hijos, Francisbel Yanilsa, Francisco Antonio y Francisco Alberto.

Francis, si usted tuviera que definir a su esposa Claribel en una sola palabra, ¿cómo la definiría?

¡La defino como la mejor mujer! ¡Es una mujer, Integra!

¿Qué opina de sus hijos? 

Mis hijos, son mi estímulo. Son lazos fortificantes de amor que me dan, son los que me hacen levantar cada día, para emprender una jornada diaria. Yo me siento orgulloso de mis hijos, son muchachos muy talentosos, han demostrado con el ejemplo que se le ha dado, que viene de nuestros ancestros y nosotros lo hemos querido transmitir también, de criarlos en valores, sembrarles su corazón de amor, para construir en ellos y en nuestra familia una cultura de paz, donde no haya violencia, sino, que lo que exista sea una formación hogareña. Para que tengas un ejemplo, yo nunca le mostré a mis hijos un arma de fuego. Yo, si compraba muchos libros y le hice una pequeña biblioteca y les instaba a leer, desde que estaban pequeñitos.

¿Qué me dice de sus hermanos? 

Mis hermanos, como te dije ahorita, esos muchachos, yo los quiero con locura, y les agradezco bastante, sobre todo a los sobrinos, y ellos mis hermanos, porque me ven como un padre.

Cuando murió mi papá, en la última misa del novenario, yo les dije, que ellos no estaban solos, que, a partir de ese momento, ellos no solo serían mis hermanos, sino, que serían mis hijos también, y que mi madre no estaría sola tampoco, porque estoy yo. Y eso yo lo hago, porque lo vi de mi padre.

A pesar, de que todos están casados y tienen su familia, yo los veo como mis hijos. “Julio, Kika, Gloria y Haideé”, los llevo siempre en mi corazón, y una preocupación y un problema de ellos, es un problema mío, igual que de sus hijos. Porque, eso le agradezco a mis padres también, que fue producto de esa unidad familiar. Allá no se discute por problemas materiales, por problemas insignificantes, como muchas familias están divididas hoy. Allá, nos mantenemos unidos. Lo que yo digo que es el altar familiar, todos terminamos allí, porque ese altar es nuestra casa. Hijos, sobrinos, nietos, ¡todos!

Y a mí, me gusta comer a veces con todos, cuando organizo una comida o algo para reunirnos todos en la casa de mi mamá, es para darles calor, para que los sobrinos y los nietos vean la importancia de la unión familiar, porque, eso nos fortalece como familia.

Después de verlo recuperar un poco su estado de ánimo, le dije: Magistrado, todo un pueblo fue lo que yo pude ver el día del fallecimiento de su padre, incluyendo muchas autoridades gubernamentales que representaban diferentes instituciones, que se desbordaron en Cotuí ese día, en un momento que para usted y su familia no podrá ser olvidado, con tanto apoyo y muestra de solidaridad.

¿Cómo usted considera ese día que siempre será recordado en su familia? 

Respondió: Fue un día 30 de diciembre en donde la mayoría de las personas estaban en celebración de las fiestas navideñas y víspera de Año Nuevo. Y fue, que la humildad de mi padre sembró mucho en los demás y se dio a querer. Un hombre sencillo, igual que mi mamá, una mujer de Iglesia, con mucho arraigo. Pero, mi padre tenía mucha gente y yo no sé cómo pagarle ese apoyo a Cotuí.

Yo recuerdo, que, saliendo de la funeraria municipal, iba en un vehículo y yo no sabía dónde estaba, porque el golpe del fallecimiento de mi padre, fue duro y fue devastador. Y yo escuché una señora que dijo, ahí tuvo que haberse muerto alguien grande, porque mira esa hilera de vehículos y de gente que van caminando.

Yo reflexionaba: En cada palabra dicha por el magistrado Jerez, yo veía a un hombre noble y de buenos sentimientos, que despacio me iba contando cada episodio vivido en su Despacho, y que la solemnidad del mismo, se prestaba para acompañarlo e ir recordando cada historia.

El magistrado Jerez, me expresó; que los cotuisanos y ese juicio que tiene, son el mejor ejemplo de gente alegre, gentes bondadosas, solidarias, porque hemos sacado a flote lo mejor de nosotros.

Me dijo, yo le agradezco mucho la oportunidad que me dio cuando al llegar a Cotuí recién graduado en el año 1989, que yo no sabía qué iba hacer. Había una oficinita pequeña que me dio albergue al día siguiente, que fue la oficina de mi compadre, el doctor Rafael Santo Domingo Sánchez, (Afa), del cual, ¡yo tengo una deuda eterna!

Hay unos grandes amigos, que yo los veo como mis padres en Cotuí, que me dieron una gran oportunidad, no por la función política desempeñada, sino, por la relación de familia y de amistad que tenemos. Y de manera muy particular, yo le agradezco mucho al señor Bandín Antonio y al señor Félix Vásquez.

Esas dos personas me quieren y me han adoptado, tanto sus familias, sus hijos, y me quieren como un hijo más. ¡Yo no tengo con qué pagarles!

Y no solamente por el impulso que me dieron para apoyarme cuando yo no era nadie, sino; porque me han acogido como a un hijo y eso me hace sentir orgulloso. De ellos, he aprendido hasta cambiar mi vida en muchas cuestiones, por ejemplo: “En organización, planificación y responsabilidad”. Porque son referentes. En el caso de Félix Vásquez, es un hombre extraordinario y para mí, él es una escuela de formación, y yo le agradezco profundamente. Ser, como él me dice, que soy como su hijo, eso a mí me llena de orgullo.

También, doña Marcia, porque son personas que me han recibido en su casa sin importar nada, y me siento que me entregan ese cariño y yo también, recíprocamente se lo doy al igual que mi familia.

Después de disfrutar cada minuto conversado con Francis, por primera vez en la entrevista pude verlo sonreír, y fue cuando le mencioné a su gran amigo, hermano, compadre y colega, Yarid Ureña, a quien hace aproximadamente un año le hice una entrevista y habló maravillas de Francis. Ahora, es Francis quien tiene que decir.

¿Qué tanto significa Yarid Ureña en su vida y en la de su familia?

Otra vez sonrió, y me dijo: ¡Me la pones fuerte, Heber!

Yarid, es mi hermano. ¡Y yo no he visto un ser humano más extraordinario que Yarid! ¡Es el hombre más serio! Lo que yo admiro del compadre Yarid es, ¡el padre que es!

Yarid, da la vida por su esposa y sus hijas. Y eso refleja la calidad de padre que él es. Yarid, es un hermano, él es para mí, es más, ¡yo ni sé que decirte! Porque, yo quiero tanto a Yarid, que yo no tengo ni siquiera palabras. Porque, Yarid, entra al Poder Judicial, porque yo lo busqué. Le dije que me acompañara, pero, no lo busqué para mí, sino, porque vi la calidad humana y la reciedumbre moral de este hombre, que lo ha demostrado.

Cuando el Poder Judicial no pagaba nada y cuando nadie quería ser juez, entró al Poder Judicial, y ya él está en Corte de Apelación. Para mí, ¡es uno de los hombres más serio!

Es el padre más abnegado que yo he visto, el esposo más amoroso, y el hijo que más ama a sus padres. ¡Para mí es lo máximo!

Es un hermano del alma, que yo lo voy a llevar siempre guardado en el joyero de mi alma, como una de las joyas más preciada que yo tengo.

Le dije, magistrado, muchas personas cercanas a nosotros de nuestro pueblo, dicen que usted es un hombre muy sensible y que por nada llora.

¿Por qué llora el magistrado Francisco Jerez? 

No sé, parece que tengo un corazón muy pequeño y no puedo recibir quizás tantas emociones. Y es verdad, cualquier cosa me hace llorar. Ver el dolor ajeno, el maltrato, la desidia, el hambre, los trabajos que pueda pasar una persona, las dificultades, los problemas de salud de una persona y que uno no pueda ayudarlo, eso me hace sacar lágrimas inmediatamente de mis ojos. Porque tengo esa sensibilidad y no sé si la heredé de mi madre, que también es una mujer muy sensible.

Yo recuerdo, que en una ocasión conociendo un caso en la Corte de Apelación de La Vega, lo voy a decir. Era un drama humano tan fuerte lo que allí se discutía, que tuve que ordenar un receso e ir a mi oficina a desahogarme, porque me fui en lágrimas, porque no sabía que en la República Dominicana y en la demarcación que yo ejercía como juez, sucedieran casos de ese tipo. Por eso es que la materia penal es tan sensible, porque cada expediente es un drama humano que se vive.

Al citarme ese ejemplo que tanto le conmovió, tuve la osadía de preguntarle:

¿Siente usted algún tipo de cargo o remordimiento de conciencia al momento de dictaminar una sentencia, que quizás alguien pudiera considerarla como injusta?

¡Si tú supieras, que no! Si reviso hacia atrás, en 30 años que tengo en el Poder Judicial, he sido juez penal y juez de lo civil, y nunca he fallado por prejuicios, por estereotipos, ¡por nada de eso!

Si no, siempre he tratado de aplicar la Constitución y las leyes en el caso concreto que está, con un nivel de justicia que me permita, es una frase muy menuda que uso, (que me permita), y que me visite como hoy, y todas las noches, debajo de mi almohada, la paz de mi conciencia.

No te digo que duermo feliz, porque a veces tengo problemas con el sueño, pero no por ningún tipo de preocupación, sino, porque sufro de un insomnio terrible, pero no por ningún tipo de preocupación, sino mas bien, que me gusta trabajar en esas horas, me gustaba estudiar de madrugada cuando estuve en la universidad.

Pero, el problema viene, y te voy a decir porqué. Porque, cuando mi papá trabajó en la Rosario Dominicana, hacía un turno de 11:00 de la noche a 7:00 de la mañana. Y cuando yo estaba en la universidad, llamaba a mamá y le preguntaba, ¿qué turno tiene papá? Elle me decía, está de 11:00 de la noche a 7:00 de la mañana.

Entonces, como mi papá estaba trabajando para pagarme mis estudios y para mantener a mis hermanos, yo también; esa semana que le correspondía a él, yo también hacía ese turno para estudiar.  Yo, ligaba el café con Coca Cola y los pies los ponía en una ponchera de agua y esa semana yo no dormía. Porque yo me decía: “Si mi papá, que es el que me está formando y se está sacrificando de noche para que yo esté aquí estudiando y mis hermanos, ¡yo no puedo estar durmiendo! ¡Yo tengo que honrar ese compromiso y ese sacrificio que él está haciendo, estudiando también de madrugada!”.

Yo creo, que de ahí es que viene mi problema con el sueño, no por preocupación. Yo vivo en paz y vivo tan en paz, que digo que no necesito cosas materiales para vivir. Yo digo que la felicidad está, donde hay humildad y donde hay paz interior. ¡Y yo creo que la tengo!

En ese momento lo interrumpí, para destacar algunos aspectos que adornan su persona, y es que el magistrado Jerez, aun ostentando una posición de tan alta relevancia, siempre mantiene su sencillez y humildad, a tal grado; que en los años que tengo conociéndole y buscando opiniones de personas cercanas que lo conocen, nunca he encontrado, mucho menos he escuchado a alguien, que haya hablado mal de él, sino, todo lo contrario.

Le pregunté: ¿Por qué se mantiene siendo ese ser humano tan sencillo?

Porque, los cargos de las funciones públicas que uno ha desempeñado como esta, es para tu servir a la sociedad y son pasajeros. Nosotros pegamos una frase en La Vega, que nos identificó un modelo de gestión que estuvo a mi cargo desarrollarlo, que fue un referente a nivel internacional. Y es una frase que dice: “La justicia es un servicio y el usuario es su destinatario”.

Es de ahí, que yo siempre digo, que nosotros estamos para servir al usuario.

Yo no me creo nunca y así se lo he transmitido a mis hijos, que por más grande que tu ocupes una función, tu estas por encima de los demás. Al revés; esas funciones, lo que te hacen es, ver al ser humano que es. Ver sus afecciones, escuchar a la gente, porque la gente está harta de tratos inhumanos. Entonces, es algo también que saqué de mi padre. Porque, yo no tengo ese delirio de grandeza. ¡Eso no va conmigo!

Yo no ando con nadie que me ande abriendo las puertas de un vehículo, y que vaya al banco por mí a cobrarme. Yo voy al banco y hago mi fila como un ciudadano normal, ¿Qué tengo una función? Pero, soy un ser humano igual que cualquiera, y en mi pueblo, yo hablo con todo el mundo.

Yo le decía a mi hija, que yo miro a mi alrededor y no tengo ningún enemigo, ni lo he tenido nunca. Ni de mi corazón, ni de mi cerebro puede salir la palabra odio, la palabra envidia, la palabra resentimiento, ¡no, no, no! ¡Nada de eso!

Al escucharlo, yo sentía que el magistrado Jerez me iba evangelizando con sus palabras tan honestas y sinceras, porque al oírlo, sentía el grado empático que daba tranquilidad a mi espíritu a nivel de sentimientos afectivos, por eso le pregunté:

¿Cómo le gustaría que lo recuerden? 

Quiero me recuerden como un hombre humilde, como un hombre que le gustaba volar por debajo del radar para no ser detectado. Que no le gustó las pasarelas, ni las vitrinas, pero, que si tenía un sentido de la responsabilidad y de entrega al trabajo con el más alto estándar posible. Porque, ¡Yo lo que hago es trabajar!

Trabajar, ¡no importa horas! Y no pienso en la distribución, ni en el sueldo que gano, porque yo creo que en la trinchera o el lugar que me ha tocado trabajar, lo que he querido es servir. Servirle a los demás y escuchar al ser humano.

En Cotuí, que empecé siendo juez de Primera Instancia, yo escuchaba todas las personas que querían hablar conmigo, y decían, ¡yo quiero hablar con el juez! Porque a veces, hay restricciones para hablar con los jueces, y yo les decía, no no no, ¡hágalo pasar! Y las personas a veces llegaban desesperadas como si fuera una granada a punto de explotar, y, sin embargo, salían de mi Despacho riéndose, porque yo les permitía que todas emociones salieran y luego yo le proponía una salida.

Magistrado, usted definió a su madre como una Santa aquí en la tierra, y cuando un hijo define a su mamá de esa forma, está diciendo que ha visto el mejor ejemplo en una mujer. Pero, usted también me dijo, que su madre es una mujer cristiana, que cree y de mucha fe.

¿Cree usted en Dios? ¡Claro!

¿Qué tanto cree usted en Dios?

Para mí, lo que yo soy, ha sido por Obra y Gracia de Dios. Yo, creo profundamente en que Dios, en un momento de mi vida la trasformó. Y todas las mañanas al levantarme a las 6:00 de la mañana, cuando estoy haciendo mi caminata normal, porque tengo que hacerla por un problema del corazón, a las 6:00 de la mañana en punto, ¡yo estoy conversando directamente con Dios!

Y al acostarme, también de rodillas, hago una oración, una plegaria al Altísimo, para poner en manos Dios a mi familia, mis hermanos y mi madre. Que le dé descanso eterno a mi padre, y que me de sabiduría y paz, para yo poder seguir adelante.

 Le pregunté, si usted viera a Jesús de frente, ¿qué le pediría? 

Le pediría paz y sabiduría, para yo poder entender los destinos de la vida. Para que me ayude a transitar sobre sus huellas de perdón, que creo, que es la palabra más importante y que a veces la hacemos a un lado, ¡el perdón!

Jesús perdonó, y sin perdón usted no puede vivir. El perdón, nos eleva por encima de nuestras limitaciones humanas y nos hace mejores seres humanos. ¡El perdón es un don maravilloso, que viene precisamente de Jesús!

En cuanto a su formación académica, ¿cómo inició sus estudios? 

Mis estudios primarios los realicé en la Escuela Primaria Juan Sánchez Ramírez y los estudios secundarios en el Liceo Francisco Henríquez y Carvajal en nuestra ciudad de origen.

Luego, me fui a San Pedro de Macorís a realizar mis estudios universitarios, graduándome en la Universidad Central del Este (UCE), obteniendo el título de Doctor en Derecho, en febrero del año 1989.

Recuerdo como ahora, que el 6 de febrero del año 1991, a propuesta del Colegio Dominicano Abogados, seccional Cotuí, al renunciar un hombre muy íntegro, el juez, ido a destiempo, Fausto Santos. El Renuncia, y me proponen del colegio en esa posición, porque nadie quería ser juez de Primera Instancia de Cotuí. El juez de Primera Instancia que conocía la materia penal, civil, laboral, ¡todo! Lo que llaman en derecho, “Plenitud de Jurisdicción”, porque lo conoce todo.

Llegué ahí a esa posición, me juramenté precisamente en La Vega, el día 6 de febrero de 1991. Y el 23 de abril del año 1993, fui ascendido a la Corte Civil de La Vega, que la fundamos unos compañeros amigos que todavía mantenemos una relación de hermandad, y estaba conformada por el magistrado Cruceta Almánzar, el magistrado Montesano (fallecido), la magistrada Hadeli Ricú, etc.

En la Corte Civil de La Vega, ahí duré hasta el año 2003, como Segundo Sustituto del presidente. En el año 2003, el magistrado Subero Isa, me hace una propuesta para que pase a la Corte Penal, y la suprema de ese entonces me pidió que fuera a la corte Penal. Ahí, llego como Primer Sustituto de la misma corte y en el año 2005, es que ya paso hacer presidente de la Corte Penal de La Vega, hasta el año 2011, que es cuando vine a la Suprema Corte de Justicia, cuando el Consejo Nacional de la Magistratura me designó aquí.

Otro paso importante que te debo contar es, que, en el año 2006, se eligió como un piloto, para desarrollar un modelo de gestión de los tribunales penales, con el auspicio de la USAID y la Suprema Corte de Justicia. Y yo fui el responsable de ponerlo en funcionamiento.

Fue un proyecto difícil, porque a veces ni las mismas autoridades creían en él, porque era un cambio de paradigma organizacional en los tribunales, que implicaba una resistencia muy fuerte al cambio que se le iba hacer a lo que se hacía anteriormente, pero; lo logramos en poco tiempo y nos convertimos en un referente internacional, al punto, que ganamos un premio internacional que se denomina: “Innovare Internacional”.

Este premio, lo recibimos en el año 2010, y lo ganamos en Brasil, compitiendo con Argentina, España, Puerto Rico, México, entre otros… Y fue el presidente Subero Isa, quien nos lo fue a entregar a la Corte de Apelación de La Vega

En el año 2010, la Sala Capitular del Ayuntamiento Municipal de La Vega, a unanimidad me declaró “Hijo Adoptivo”, es decir; yo soy, de corazón y de vida cotuisano, pero, hijo adoptivo de La Vega. También, los ediles de la Sala Capitular de la provincia Monseñor Nouel, Bonao, en el mismo año 2010, me declararon “Hijo Adoptivo”.

También, hay algo que me marcó en mi vida, y es que el Departamento de Estado de los Estados Unidos, me hizo una invitación para ese país, en donde fuimos a Washington y como a diez Estados más. Y en Washington, pude visitar la Casa Blanca, la Corte Suprema y el Capitolio. ¡Una visita que cambió mi vida y mi forma de ser y de ver otras cosas, y que fue producto de ese trabajo!

Fue un trabajo tan intenso, que yo trabajaba de lunes a domingo, para no fracazar, porque yo no me podía dar el lujo de fracazar fuera de mi pueblo. Porque mi pueblo no me lo iba a perdonar, además, yo me preguntaba, ¿cómo mi pueblo va a creer en mí? ¡Yo no me podía dar el lujo de verme como un cotuisano y fracazar, donde hay un pueblo que me ha apoyado en todo! ¡Porque lo que yo soy, también se lo debo a ese pueblo!

Te repito, ¡Yo trabajaba de lunes a domingo! Al extremo, que descuidé mi familia. A mis hijos, le robé parte de su tiempo que le pertenecía, porque duré 11 años viajando diario de Cotuí a La Vega.

Si me lo permite, te quiero contar una anécdota: «Yo recuerdo, que un día llegué a casa abarrotado de expedientes que tenía que trabajarlos, y mi hija mayor, Francisbel, que es una muchacha extraordinaria, inteligente y muy aferrada a mí. Parece, que ella notó ese vacío y preparó en la habitación mía, una especie como de un cartel de un extremo de la película, y le puso como título: «El hombre que abandonó su familia».

Actor principal: «Francisco Antonio Jerez Mena, el escenario de la familia era: «El Modelo de Gestión Penal de La Vega».

Los expedientes que tenía en las manos se me cayeron, y me fui en lágrimas y la abracé, la abracé, y me di cuenta que ella me necesitaba a mí. Cuando eso me sucedió, creo que mi hija tenía de 10 a 12 años.

Esto no ha sido fácil, ¡esto es con entrega! La gente ve hacia afuera y dice, él está en la Suprema. Pero, ¡no ha sido fácil!

Aquí mismo en la Suprema, el día que me entrevistaron del Consejo Nacional de la Magistratura, yo le dije, que aquí yo desayunaba, almorzaba y cenaba, porque yo llegaba a las 8:00 de la mañana y salía a las 10:00 de la noche.

Finalmente, es bueno destacar que el magistrado Francisco Antonio Jerez Mena, es el actual presidente de la Sala Penal de la Suprema Corte de Justicia, por un período de 7 años.

También, fue, Juez Miembro, y al salir de la Suprema el magistrado Julio César Castaños Guzmán a ocupar la presidencia de la Junta Central Electoral, el Pleno de la Suprema eligió a unanimidad a Francis Jerez, como presidente de la Sala Civil.

Yo creo, Heber, que, hasta ahora, modestamente, soy el único que ha ocupado la presidencia de dos Salas en la Suprema Corte de Justicia, he sido yo.

Magistrado, ¿cómo es la relación de usted con los magistrados salientes y presentes? 

¡Muy buena! Son personas muy profesionales y con todos mantengo una amistad y hermandad, porque yo soy amigo de los amigos, y soy un hombre leal a la amistad.

Yo, tengo un respeto y una amistad con el actual presidente de la Suprema Corte de Justicia, el magistrado Luis Henry Molina, y también, con los expresidentes, el doctor Jorge Subero Isa y el doctor Mariano Germán.

 

Fin.

 

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