Unas fiestas patronales sin el Pupi, ¡no eran patronales!

0

Por Heber Reyes. 

 

Unas fiestas patronales sin el Pupi, ¡no eran patronales!

Siendo aproximadamente las 4:00 de la tarde del día 28 de noviembre del pasado año 2020, justamente en el frente de su humilde casa, allí tuve el encuentro con uno de los personajes más pintorescos de nuestro pueblo, una persona que en su etapa de joven adolescente, supo dar mucha alegría y diversión cada fin de año, y muy especialmente, cuando se iniciaban las fiestas patronales en Cotuí. Esta es una tradición que se celebra desde el día 30 de noviembre hasta el día 8 de diciembre todos los años, en honor a la «Virgen de la Inmaculada Concepción».

Me refiero a Pablo Bienvenido Berliza, mejor conocido por todos los cotuisanos como (El Pupi). ¿Lo recuerdan?

Este humilde y muy querido amigo, fue quien desafío la velocidad en las carreras de motores que se hacían en cada patronales, desde el frente del Parque Duarte, hasta el Destacamento de la Policía Nacional, pero muy específicamente, en las inmediaciones entre la calle Mella y la calle Sánchez, y en donde los corredores dejaban su adrenalina a toda velocidad, dando las vueltas por estas calles, hasta alcanzar el primer, segundo y tercer lugar.

Muchos de esos amigos que competían junto a Pupi, él los recuerda con mucho agrado, ya que forman parte de su historia y su velocidad en las competencias de motores, tal es el caso de: «El flaco, Moncho, El hijo de Emilino Pavón (Monchy), Alexis, (fallecido) y también recuerda a Miguelo, hermano de Alexis.

Sin embargo, muchos recordamos al Pupi, por ser el corredor más preferido entre la multitud que mirábamos las competencias que se hacían en diferentes categorías y donde el Pupi, competía punta a punta, con corredores locales, pero también, en contra de otras representaciones de San Francisco de Macorís, Pimentel, Las Guáranas, etc…

Otros, recordamos a Pupi, porque su adrenalina era tan explosiva, que muchos mirones desde afuera siempre desíamos, ¡se va a caer el Pupi! Como al efecto, muchas veces sucedió, y eso ocasionó risas y alegrías, porque, así como de rápido se caía, así también se levantaba y encendía su motor y salía a mil, pero, otras veces se quedaba pateando y el motor no encendía. Sin lugar a dudas, el Pupi en las carreras de motores fue un «Show Man».

De inmediato le dije, Pupi, háblame de las competencias de motores en las que tú participabas cada año en las fiestas patronales, porque veo que tienes aquí en tu casa varios trofeos, medallas y reconomientos. ¿Alguna vez ganaste competencias?

Me dijo; fíjate bien, de los trofeos que tengo y que tú vez ahí, sólo dos son de Cotuí, los demás son, de San Francisco de Macorís, Bonao y Pimentel. Te cuento, que de todas esa competencias con los que yo más me entusiasmaba y me ponía más alegre, era cuando competía en contra de los macorisanos. ¡Cuando esa gente venían, era que yo más corría! ¿Por qué? Le pregunté, y me dijo: ¡Es que esos tipos eran duros!
Otra cosa que debo decirte, es que yo no practicaba, cuando yo salía a la pista, tenía que salir caliente. Por eso, yo me tomaba una cervecita y esa cervecita, me la compraban los mismos corredores de San Francisco.

Pupi, ¿tú te caíste mucho? Si, yo llegué a caerme en las fiestas patronales.

Pupi, tú tenías mucha adrenalina y la gente disfrutaba hasta cuando te caías, ¿qué me dices de eso? Fíjese bien, hermano, ¡la velocidad es más rápida que la vista! Cuando yo corría, yo pegaba casi al suelo con la rodilleras que yo llevaba puesta, porque yo emocionaba demasiado.

Me dijo, recuerdo que una vez yo estaba practicando y me había tirado unas cervecitas, y un policía que se me paró delante, me dijo: «Pupi, te veo demasiado agresivo en práctica, Pupi, ¡ponte el casco, Pupi! Yo, le respondí: ¡Tate quieto, mi motor es mío!

El policía volvió y me dijo, ¡Pupi, ponte el casco, Pupi, póntelo! De repente, ¡plan! En la esquina del difunto» Papote», frente al parque, ¡ahí me caí!

Esa, es la esquina que está, frente a donde estaba el «Centro Social Obrero». Ahí, me caí en la tercera vuelta y choqué de cabeza con el poste de luz. ¡El casco protector se me abrió en dos partes!

El policía fue y me recogió, y me dijo: ¡Hasta ahí llegaste, Pupi! De ahí, me llevaron al hospital, y sino hubiese sido por ese policía que me dijo que me pusiera el casco, hoy, estaría siete metros bajo tierra.

¿Sabes algo? En verdad, yo no quise darle una mala respuesta al policía, simplemente, era que en ese momento yo no quería ponerme el casco, pero, era que yo estaba muy agresivo y el policía me insistió tanto, que tuve que ponérmelo.

¿Cuándo te llevaron al hospital, qué te había pasado? Eh…se me safó la clavícula, y estoy vivo por la Obra y Gracia de Dios.

Pupi, ¿y cómo fue que te rompiste una de tus piernas? ¿Cómo fue ese accidente?

Eso fue en la avenida George Washington en el Malecón de Santo Domingo, compitiendo en una carrera de motores que se hizo clandestinamente. Era una competencia con dinero, yo me entusiasmé demasiado con un motor «Yamaha 100» preparado, que daba «160. Ese motor, estaba preparado por un capitaleño, no por mí, y ese motor no era mío, sino que me lo prestaron.

Le pregunté, ¿y cómo esas personas sabían de ti? Y me dijo, es que las noticias corren y en ese momento, yo estaba en la capital visitando a mi familia. Replicó: ¡Por donde quiera hay gente que me conocen!

Cuando me caí, era que ese motor tenía demasiada presión y me salí de él y choqué con el pavimento. Eso fue frente al Mar Caribe.

De ahí, me llevaron a una clínica con el pie roto y me quedé en la capital por dos o tres meses en mi casa. Yendo y viniendo al Hospital Darío Contreras.

Al tiempo, vuelve y regresa a Cotuí, y se incorpora a su labor de mecánico de reparación de motores. Le pregunté, Pupi, ¿en cuántos repuestos tú has trabajado? Y me dijo, yo a usted no le puedo hablar mentiras. Una vez, yo iba a trabajar en un repuesto de motores, y el dueño me dijo: «Pupi, tú tienes que cambiar piezas buenas por piezas malas, para que aumente el negocio y yo sacarte lo tuyo. Yo lo miré y le dije:» Si, ta bien, ¡jamás volví por ahí!

Se indignó, y me dijo: ¡A mí no me gustan las cosas mal hechas! ¡Yo soy un hombre honesto, íntegro y de trabajo!

Me dijo, ¿tú conociste al señor Minier Jiménez, el de la bomba, que falleció? Él fue la persona que me dio un rinconcito allá, y ahí, fue donde puse mi taller.

Después de un tiempo, Minier, me dijo, Pupi, deja eso, me voy a comprar un camioncito para que tú lo manejes y me busques la gasolina a San Francisco de Macorís.

Cabe destacar, que Pupi, también trabajó como ayudante de mecánica en Obras Públicas, por un intervalo de 18 años. Recuerda, que entró ganando $5.00 pesos, y logró salir pensionado con $6,000.

Pupi, pide a las autoridades locales de nuestro pueblo, que lo tomen en consideración para que su pensión sea aumentada, ya que dentro de unos pocos años, sus fuerzas van a disminuir y no quiere llegar a la vejez en donde no tenga para comprar sus alimentos y los medicamentos si algún día los llegara a necesitar.

En ese momento, Pupi, hizo una pausa y me dijo:»Pero mira, ¡yo he tenido mucha suerte en este pueblo! Le pregunté, ¿por qué? Y me dijo: ¡Yo soy, neto neto capitaleño, pero, ya yo tengo la capital olvidada! ¡A mí me gusta mi Cotuí!

Yo vine aquí muy muchacho, ¡y mi mamá me trajo engañao!

Ya siendo un joven, yo vine a sacar mi cédula aquí a Cotuí, y no quisieron dármela, y la saqué en el «Huacalito» en Santo Domingo. Allá, me la dieron Serie 49.

Pupi, de manera por separado, agradece al actual Alcalde, Bienvenido Lazala (Ñeñé), por haberlo preservado en su puesto de trabajo y también agradece a la ex alcaldesa Teresa Inoa, porque fue la persona que le dio la oportunidad de trabajar por primera vez en el Ayuntamiento. ¡Pido a Dios, porque cuide a Ñeñé!

Pupi, como todo hombre agradecido, no perdió la oportunidad de contar parte de vida, y también agradece de manera muy profunda a Andino José, por haberlo llevado a su programa de televisión y realizarle una entrevista, en donde Pupi en ese momento no tenía un trabajo y fue por medio a esta entrevista que su voz pudo ser escuchada.

Pupi, ¿cuál es el momento más alegre que tú recuerdes? Fue, cuando un señor llamado «Chiquitico» que vivía en la capital, me llevó a trabajar a su taller de mecánica, siendo yo un niño.

Pupi, ¿recuerdas tu momento más triste? Su ojos brillaron, y me dijo: «Tuve uno, ¡cuando murió mi mamá!»

¿Dónde tú estabas cuando murió tu madre? Yo, estaba aquí en Cotuí y ella murió en Santo Domingo en el Seguro Social. Recuerdo, que fue una de mis hermanas que me llamó para darme la triste noticia.

Al ver que en toda la entrevista, siempre puso a Dios en primera persona, le pregunté, Pupi, ¿tú crees en Dios? Me dijo: ¡Yo creo tanto en Dios, que a mí, todo lo que me va a suceder, lo siento y lo presiento!

¿Qué tiempo tienes perteneciendo al grupo de los Caballeros de la Inmaculada Concepción? Tengo, como 7 u 8 años.

¿Qué le dices a Andino José? Qué gracias a Dios y a él, ¡toy comiendo!

¿Qué le dices a tus hijos? Que los quiero a todos.

¿Qué le dices a Ramona tu esposa? Que le agradezco mucho y que fue ella que me hizo gente. Porque, antes yo era un perverso y bebía, pero ella, me sacó a camino y me metió a la Iglesia, cuando en ese momento yo no quería saber de la Iglesia y ahora estoy enamorao de la Iglesia. Te puedo decir, que conocí a Dios, a través de ella. ¡Amo a mi esposa con todo mi corazón!

Pablo Bienvenido Berliza (El Pupi), vive en la casa # 9, del sector Los Tocones. Tiene 62 años de edad, es oriundo de Santo Domingo, pero, desde muy joven se radicó en la provincia Sánchez Ramírez, Cotuí. Es hijo de los señores, Mamín Ferreira y María Berliza. Actualmente, esta unido a la señora, Ramona Reyes. Sus hijos son, Yesenia, Yulissa, Miosotti, Griselda y Sandy.
Son sus hermanos, Ana Cristina, Tomás Roberto, Ramón Enrique y Rolando Núñez Berliza.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *