(Por Guido Gómez Mazara) Oxigenando cuervos

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Satisface que desfalcadores de fondos públicos sean llevados a los tribunales

El poder bien ejercido no puede constituirse en fuente de retaliación. Ahora bien, habilitar la sedición desde el balcón de la indiferencia tiene consecuencias catastróficas porque al no penalizar los excesos y sus autores, se tiende a reproducir bajo el predicamento de que la tolerancia representa el estímulo por excelencia para volver sobre el error.

Toquecitos: A Guido Gómez Mazara - Momento Deportivo RD

Inclusive, la tendencia de crear conciencia contra el olvido ha sido el recurso ideal para que las nuevas generaciones puedan identificar sus verdugos, impulsar la Justicia y estructurar un régimen de sanciones.

Los chilenos derrotaron al dictador en la urnas y en el convencimiento de que las manos ensangrentadas tendrían que pagar por sus desbordamientos.

Y así se hizo. Aunque la falsedad de la cohabitación produjo en los argentinos un gobernante que aprobó ponerle punto final a los odios provocados en la orgía de sangre de los militares, años después se derogó la disposición y terminaron en prisión los responsables.

Más lejos llegaron los sandinistas, y en los días que el orgullo caracterizaba servir a la causa revolucionaria, un operativo en las calles de Paraguay terminó la vida del hombre fuerte que, junto a su familia, creyó que la patria de Sandino era una finca personal.

Desde diferentes ópticas, y de escasa validación en la lógica de lo estrictamente legal, concretizaron un sentido de la justicia liquidando la posibilidad de “oxigenar cuervos”.

Aquí, el loable esfuerzo de fundaciones históricas coexiste con la apuesta a borrar del referente emocional la cuota de responsabilidad al club de agresores, asesinos, desfalcadores y arquitectos de tantas maldades.

No quiero validar la acción, pero una ráfaga atizada desde el bajo mundo puso fin a las diabluras del inefable coronel y sádico ejecutor del servicio secreto policial.

Cansado y sin sanción, anduvo por las calles del país derrotado por la impugnación y una evidente adicción, hasta que la avenida 27 de Febrero sirvió de escenario para su triste final.

Los golpes de fe y su inexplicable militancia en una reconocida iglesia de un sector capitalino no obstaculizaron el suicidio del hombre de armas conectado por vía matrimonial con la familia del generalísimo: Pechito León Estévez.

Y por esas ironías de la vida, los dos referentes de la represión militar (1966-78) concluyeron su ciclo de vida producto de un infarto, en la emoción de una reunión política en su natal San Cristóbal, y el otro, en la tranquilidad hogareña rodeado del cariño familiar.

Toda la jurisprudencia de sangre imposibilita comprender la dosis de tolerancia y olvido respecto de un Ciriaco de la Rosa, orquestador del operativo para asesinar a las hermanas Mirabal.

Todavía anda Flavio Enrique, en medio de su turbulenta niñez, evocando el inolvidable nombre del coronel Almonte como pieza responsable de la desaparición de su padre, Henry Segarra Santos.

El país perdió al inolvidable Guido Gil Díaz, y la autoría intelectual de su muerte alcanzó categoría política ocupando la vicepresidencia, pero la dosis de culpabilidad se detuvo en el uniforme policial de Tadeo Guerrero.

Un verdugo y abusador sin precedentes, como Arias Sánchez, anduvo asociado a los asesinatos de Homero Hernández, Gregorio García Castro y Freddy Sosa. Y quién no presumía que el historial sanguinario de Pou Castro, orientó la actuación pérfida contra Orlando Martínez.

La actual coyuntura pauta un modelo de sanción civilizada, con el debido proceso y bajo el amparo de la presunción de inocencia. Sin prisa, pero sin pausa. Ahora bien, en un contexto diferente, llena de satisfacción que los desfalcadores de fondos públicos sean debidamente llevados a los tribunales.

Por eso, los salvadoreños y su sistema de Justicia ganan respeto en la comunidad internacional, al perseguir tres ex presidentes, uno de ellos sancionado y obligado a devolver los recursos robados.

Aunque el modelo se extendió por casi toda la clase partidaria del continente, un Ministerio Público responsable puso a los peruanos en el mapa de estremecer procesalmente una cantidad considerable de congresistas, ministros y un expresidente, dándose un balazo en la cabeza.

Nuevos precedentes de correcta sanción contribuyen a imposibilitar que las corrientes de complicidad impongan el ritmo no perseguir los desmanes administrativos, y el tiempo sirva de aliado para el pernicioso olvido. ¿Acaso refugiarse en el Parlacen o retener la presidencia de un partido sirven para oxigenar a un cuervo?

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