Presidente Trump, desafiante y sin planes de renunciar
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, pasaba los últimos días de su presidencia aislado y repudiado por antiguos aliados y miembros de su propio partido. El mandatario afrontaba la posibilidad de un segundo juicio político y crecientes peticiones de que renuncie, después de que sus seguidores asaltaran el Capitolio del país en un esfuerzo de interrumpir el traspaso pacífico de poder.
Aunque privado de los medios sociales que han sido la fuerza motriz de su presidencia, Trump intentará mantenerse a la ofensiva en sus últimos 10 días y no tiene planes de renunciar.
En lugar de eso, Trump tiene previsto arremeter contra las empresas que le han dejado sin sus altavoces en Twitter y Facebook. Y sus colaboradores confían en que pase sus últimos días intentando defender las medidas de su gobierno, comenzando el martes con un viaje a Alamo, en Texas, para llamar la atención sobre los esfuerzos de su gobierno para combatir la inmigración ilegal y levantar un muro fronterizo.
La decisión de Trump de viajar a Alamo -que lleva el nombre de la misión de San Antonio donde un pequeño grupo de texanos que luchaba por la independencia contra el gobierno mexicano fueron derrotados tras 13 días de asedio- pretendía simbolizar su actitud de desafío ante el final más inestable de una presidencia en la historia moderna de Estados Unidos.
Trump no ha asumido ninguna responsabilidad por su papel incitando a la violencia el miércoles, y enfrenta una rebelión de miembros de su propio partido y de los esfuerzos emprendidos para destituirle. Un segundo senador republicano, Pat Toomey, de Pensilvania, pidió el domingo la renuncia de Trump después de que la senadora de Alaska Lisa Murkowski dijera al Anchorage Daily News: “Lo quiero fuera”.
Era un cambio drástico para un hombre considerado en su momento como el favorito a la candidatura presidencial del partido en 2024, y que ahora podría verse inhabilitado para una nueva candidatura.
Un nuevo sondeo de ABC News/Ipsos publicado el domingo determinó que en torno a la mitad de los estadounidenses -el 56%- cree que Trump debe ser destituido antes de que termine su mandato. Y dos tercios de los encuestados -el 67%- dijeran que merecía “buena parte” o “mucha” de la culpa por los disturbios de la semana pasada.
Trump dio un discurso a sus seguidores en el que reiteró que se estaban robando las elecciones y les instó a “pelear”, antes de que la muchedumbre se dirigiera al Capitolio mientras los legisladores trabajaban para certificar la victoria de Biden. La violenta multitud se abrió paso hasta el interior del edificio, saqueó el lugar e hizo que los aterrados empleados y legisladores, incluido el vicepresidente, se escondieran. Murieron cinco personas, incluido un policía del Capitolio.
Conmocionados por la violenta insurrección y las imágenes de fieles a Trump que les buscaban por las salas del Capitolio, los demócratas de la Cámara de Representantes trabajaban con premura para iniciar un segundo juicio político esta semana. Sin embargo, el presidente del Senado, el republicano Mitch McConnell, ha dicho que el juicio en su cámara no comenzaría antes de que Biden asuma el cargo.
Aunque gente cercana a Trump dijo que desde luego prefería que no se convirtiera en el único presidente en la historia del país juzgado dos veces, Jason Miller, un asesor cercano al mandatario, señaló que la popularidad de Trump creció después de su primer juicio político. Y argumentó que, si siguen adelante, los demócratas se arriesgan a volver a la opinión pública en su contra y obstaculizar los planes de Biden al mantener la atención sobre Trump incluso después de que haya abandonado la Casa Blanca.
“Como le dije al presidente esta mañana, nunca descartes la capacidad de los demócratas para unificar a la base republicana a tu favor”, dijo Miller, afirmando que si “los demócratas siguen por ese camino, creo que puede afectarles negativamente de forma considerable”.
“Joe Biden no quiere pasar los primeros 100 días de su presidencia teniendo que ganar un juicio político vengativo y extralimitado”, añadió.
Durante el fin de semana se acumularon las preocupaciones sobre cómo podría responder Trump, que disfruta del caos y la atención. El suceso del miércoles golpeó el corazón de la identidad del país -la idea de que es una república estable y funcional-, provocando una reflexión interna en Washington y en todo el mundo.
Pero Trump, que en el pasado se mostró encantado por lo rápido que los mensajes que escribía en su celular se convertían en titulares de “ÚLTIMA HORA” en los canales de televisión, no ha mostrado remordimientos, y en su lugar se ha visto consumido por la ira. El estado de ánimo de Trump se ha descrito como de furia por la pérdida de su plataforma en Twitter. El mandatario se ha quedado ahora sin un medio para expresar esa ira.
Además, sigue rodeado por un menguante círculo de asesores, conforme algunos se marchan antes de lo previsto y el presidente arremete contra otros, como Pence, que pasó los últimos cuatro años como su soldado más leal.
Los dos hombres no han hablado desde el miércoles, cuando Pence informó a Trump de que no participaría en el plan inconstitucional del presidente para rechazar votos electorales legales en sus esfuerzos por revocar el resultado electoral. Pence nunca tuvo competencias para hacerlo, pero eso no impidió a Trump insistir en que lo hiciera, tanto en público como en privado, convirtiendo a Pence en un chivo expiatorio al que poder culpar por la derrota de Trump.
Ahora, los aliados de Pence están consternados por el presidente, que creen que no sólo le condenó a un fracaso político sino que también puso en peligro su vida -así como la de su esposa, su hija y su hermano, que estaban con él en el Capitolio-. Tras reiterar en su mitin del miércoles que Pence podría revocar de forma unilateral el resultado de las elecciones, Trump tuiteó que a Pence le faltaba valor “para hacer lo que debería haberse hecho para proteger nuestro país” cuando se estaba produciendo el asedio al Capitolio, y nunca se molestó en interesarse por la seguridad de Pence, según una persona cercana al vicepresidente.
Aun así, no hay indicios de que Pence se esté planteando seriamente invocar la 25ta Enmienda para destituir a Trump, mientras continúan las peticiones de que lo haga. Su equipo no lo ha descartado de forma explícita, manteniendo la opción sobre la mesa en caso de que nuevas acciones de Trump puedan hacer que se reconsidere, según dos personas cercanas a él que, como otros, hablaron bajo condición de anonimato porque no estaban autorizados a comentar conversaciones internas.
“Lo que he oído de otros republicanos es que han tenido suficiente”, dijo el exgobernador de Nueva Jersey Chris Christie, viejo amigo y asesor informal del presidente. En declaraciones al programa “This Week” the ABC, dijo que la conducta de Trump justificaba un juicio político, señalando que “Si incitar a una insurrección no lo hace, entonces en realidad no sé qué sí”.
Christie también criticó a Trump por negarse a dejar las banderas de la Casa Blanca a media asta en memoria de Brian Sicknick, el policía del Capitolio que murió por las lesiones sufridas cuando intentaba hacer frente a los asaltantes. El exgobernador lo describió como una “desgracia nacional”.
Horas más tarde, la Casa Blanca bajó discretamente las banderas, aunque Trump aún no ha hecho comentarios públicos sobre la muerte del agente.
Entre tanto, Trump se ha ausentado de gran parte de sus deberes presidenciales desde que perdió las elecciones, consumido en su lugar por las conspiraciones sobre fraude electoral masivo rechazadas por su propio gobierno, mientras la pandemia de coronavirus se descontrola aún más.
Aunque su legado se verá empañado para siempre por la violencia del miércoles, los asesores de Trump le presionan para que pase los últimos días de su mandato defendiendo los logros de su gobierno. Se han planteado actos para destacar los esfuerzos de su gobierno para alcanzar la paz en Oriente Medio, retirar regulaciones, fomentar la creación de empleo y la manufactura y limitar la influencia china, aunque iniciativas previas similares han sido rechazadas.
No está claro si un acto de esa clase tendría resultados prácticos, pero Trump también está considerando firmar decretos presidenciales en su guerra contra las grandes compañías tecnológicas, después de verse vetado de Twitter y Facebook y de que Amazon emprendiera medidas contra plataformas como Parler, un medio social popular entre los conservadores. Mientras tanto, se mantiene la preocupación por posibles incidentes violentos antes de la investidura de Joe Biden el 20 de enero.